Hace unos años, estaba enseñando español en Japón y el shock cultural de España a Asia Oriental fue muy grande. Fue un gran cambio en mi vida: no hablaba el idioma, no conocía a nadie y acababa de dejar una relación de más de dos años. Como resultado, no dormía por la noche. Además, encima era verano y mi piso japonés parecía un volcán. La mayoría de los días entraba al trabajo como un zombi, y era un milagro si no mandaba a los niños a gritar fuera del aula. Tomaba café durante todo el día para poder trabajar y me obligaba a entrenar en el gimnasio al terminar para poder lucir cuerpazo durante el verano. Todo esto hacía que no pudiera dormir por la noche por toda la cafeína y el ejercicio que había hecho. Uno pensaría que después de un día o dos habría aprendido la lección. Pero no, continué en este camino durante 2 semanas durmiendo únicamente de 2 a 3 horas cada noche. Fue entonces cuando las cosas empezaron a ponerse incluso peor.
Un día estaba enseñando una simple lección de gramática sobre los pronombres posesivos, cuando miré las caras normalmente sonrientes de mis dulces estudiantes japoneses. Pero no había caras dulces sonrientes, sino caras de niños diabólicos con piel blanca y ojos rojos que me asustaron muchísimo. Al darme cuenta de cómo estaba dando la clase, se me cayó el trozo de tiza que tenía en la mano y casi me caigo de la plataforma de madera que estaba debajo de la pizarra. Tuve que excusarme del aula e ir al baño a echarme agua a la cara. Entonces, recuperé la compostura y volví a la clase. Esta vez todos los estudiantes tenían una actitud mas normal, aunque con miradas preocupadas en sus ojos.
No tenía ni idea de lo que estaba pasando. Nunca he consumido ningún tipo de droga ni nunca antes había experimentado una alucinación, pero estaba bastante claro para mí en este punto que lo que acababa de vivir era una alucinación. Estaba demasiado avergonzado para contarles a mis compañeros de trabajo lo que me acababa de pasar y, además, no quería que me despidieran por ser un loco, que es lo que sentía que era en ese momento. Llamé a algunos mis amigos y familiares y les conté lo que me había pasado en el aula. Cada uno de ellos me dijo que fuera a ver a un médico lo antes posible.
Fui a un médico local que también hablaba inglés para y le conté mi situación sin tener que recurrir a gestos con las manos y sin usar el poco japonés que había aprendido. Menos mal. Me preguntó sobre mi rutina diaria y si había experimentado alguna molestia en mi cuerpo. Le dije que aparte del dolor causado por el ejercicio, estaba bien pero no había dormido bien. Luego procedió a preguntarme cuántas horas de sueño tenía cada noche. Tenía un FitBit para poder decirle con precisión que dormía de 2 a 3 horas cada noche. Pude ver que la bombilla se apagaba en su cabeza cuando mencioné la falta de sueño. Me dijo que cuando no dormimos lo suficiente, nuestros cerebros están efectivamente “en llamas”, como lo estarían si estuviéramos tomando una droga. Básicamente, la mente está tirando de varias regiones diferentes del cerebro en un estado confuso que puede, a su vez, llevar a alucinaciones.
Después de descansar un poco (estuve durmiendo todo el fin de semana), seguí investigando sobre el tema de la privación del sueño y su relación con las alucinaciones. Los resultados fueron increíbles. Lo primero que puedes notar de ti mismo, o que otros pueden notar de ti, debido a la falta de sueño, es un cambio de humor. La gente no siempre sabe cuando sufre de privación de sueño y la cantidad de sueño necesaria varía en casa persona. Siete horas pueden ser suficientes para Fran, pero Ana puede necesitar ocho o nueve para funcionar al máximo. Los humanos son muy buenos para “arreglárselas” con poco sueño pero eso no les impide sufrir de privación de sueño. Lo notarás cuando te irrites más y muestres poca positividad en las expresiones faciales. Una persona puede expresar que es feliz, pero el sentimiento no llegará a sus ojos, y también le costará convencer a otro de que es realmente feliz. Asimismo, las emociones positivas pueden ser juzgadas erróneamente por alguien que está privado de sueño, a menudo interpretando la felicidad en otros como negatividad o neutralidad.
Una vez que una persona ha estado despierta por más de 24 horas, los microsueños pueden comenzar a ocurrir. Los microsueños se producen cuando una persona se queda dormida durante períodos cortos de unos 30 segundos o menos. Cuando una persona experimenta un microsueño, su cerebro deja de procesar información y queda ciego durante ese tiempo, incluso si sus ojos están abiertos. El delirio también puede ocurrir durante esta fase y muchos dicen que se sienten desorientados o tontos después de un período de no dormir. Yo, por ejemplo, recuerdo que se me olvidaba todo y haberme reído más de lo normal durante esa época.
La mayoría de las personas que experimentan alucinaciones, normalmente lo hacen en el rango de 36 a 48 horas sin dormir. Es extremadamente difícil permanecer despierto durante este tiempo debido a que el cuerpo exige un descanso, pero dadas las condiciones y circunstancias adecuadas, una persona puede renunciar a dormir y, como resultado, puede ser víctima de alucinaciones. La explicación científica precisa aún se desconoce, pero puede tener que ver con las partes alteradas del cerebro que son responsables de procesar la visión. Los niveles de dopamina también podrían ser los culpables, ya que la cantidad producida fluctuará más esporádicamente en un estado de privación de sueño. Se han reportado casos de psicosis en algunos individuos que se mantuvieron despiertos por 72 horas o más, lo que resultó en la necesidad de ayuda psiquiátrica. Esta es una de las razones por las que la privación del sueño se considera una táctica de tortura ilegal en la mayoría de los países.
Después de este incidente, realmente empecé a valorar mi sueño. Incluso cuando tengo mucho trabajo que hacer, hago lo mejor que puedo para descansar 8 horas cada noche. Si tienes curiosidad por saber cómo prepararte mejor para un sueño de buena calidad, consulta nuestro artículo sobre Rutinas Nocturnas.
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